|
Zippo, que estaba hecho migas,
se mandó en una picada
chistando a su mala sombra
sin copiloto ni nada.
Zippo va camino del infierno
cagando leches:
no supo repartir sus fichas
y su cielo ennegrece.
Nunca fue un listo de pesos,
siempre un listo de centavos.
Su boca arde en maldiciones
que se tragan mal.
Se va gritando: Cruz Diablo!
por pura cortesía.
El Himno de Tangópolis le dice
(Como al oído...)
que sus aventuras pegan mal
y anuncian poco.
El tipo maduró pronto
y se pudrió bien temprano,
un barro que asfixia esa anguila
es la salvajada.
Si el perro es manso
come la bazofia y no dice nada
le cuentan las costillas con un palo,
a carcajadas.
Demasiados los moretones,
muy pocos encantamientos.
Son tantos los cocineros
que joden la sopa.
Su rocanrol sangra oídos,
ya que Dios le truchó el boleto.
Zippo, una risa de mil dientes
cargados de azufre.
|
|
Todavía no usé mi milagro de hoy
qué corta es la vida, mi amor.
No voy a buscar más consuelos tontos, no
si pasa algo malo, esta vez
te voy a buscar
en la oscuridad.
Yo no sé si pueda volver a encontrarte, amor
si Dios no me quiere en tu eternidad.
Sueño con que duermo, no lleno mi tumba aún
y un poquito tarde, esta vez, se va a hacer.
Y, mientras tanto, el sol se muere
y no parece importarnos.
Mientras te quiero, el sol se apaga
y si Dios queda en nada o no existe, te amaré mucho más
Te voy a encontrar
en la oscuridad.
Algún día, pronto, una de mis vidas
va a intentar matarme y lo va a lograr.
¿Cómo será andar solito, allá en la muerte?
¡Ay, mi amor!, yo sin vos, sin tu sueños.
Yo no sabría echarte de menos
soy un ladrón que robó dolor.
Y si te pierdo, camino a casa
ya te dije esto antes, linda mía.
Te voy a encontrar
te voy a buscar
y te voy a encontrar.
Te buscaré
y te encontraré.
|